Dalt Vila, el casco antiguo de Ibiza ciudad, es una joya histórica. Se trata de una fortaleza amurallada con calles empedradas, miradores impresionantes y un ambiente lleno de encanto.
Si algo caracteriza a Dalt Vila desde el exterior, es su robusta muralla renacentista, construida en el siglo XVI para defender Ibiza de los piratas.
De las puertas que posee la muralla, las más famosas son el Portal Nou y la Puerta de Ses Taules, la principal, que destaca por sus escudos y estatuas.
Nosotros accedimos a la fortaleza a través del Portal de Ses Taules, nombre que hace referencia a las "taules", unas maderas que servían de puente levadizo y con el que se defendía la ciudad.
Existen tres rutas para conocer Dalt Vila: Clásica, de los Baluartes y Desconocida. Nosotros hicimos un mezcla de las tres, lo que se tradujo en una visión general del conjunto histórico.
Cualquier recorrido que hagáis por el interior de la fortaleza debe finalizar en la cumbre, zona reservada a los baluartes de la muralla. Durante el ascenso pasaréis por la plaza de la Vila, animada con terrazas y ambiente bohemio.
Durante el zigzag que realizamos por las callejuelas, tuvimos la oportunidad de asomarnos a la parte alta de la muralla norte, la que discurre por la ronda de Antoni Costa.
Dalt Vila sorprende al viajero por sus estrechas calles empedradas en cuesta, adornadas con flores y plantas, jalonadas por casitas de fachadas blancas con muchos de sus bajos ocupados por pequeñas tiendas.
En la parte alta de Dalt Vila, una vez dejamos atrás la calle Mayor, vimos algunos de los edificios más emblemáticos de Ibiza, como la catedral de Santa María, construida en el siglo XIII sobre las ruinas de una antigua mezquita.
En la misma plaza de la Catedral se localiza la Casa de la Curia, un antiguo edificio medieval presidido por el escudo de la Corona de Aragón. Actualmente alberga la oficina de turismo de Dalt Vila y el Centre d’Interpretació Madina Yabisa.
Desde la plaza de la Catedral podéis asomaros al Mirador del Rey, una alta atalaya que brinda una fabulosa perspectiva de Ibiza, con el casco antiguo a vuestros pies, el azul intenso del mar por un costado y la zona nueva por el otro.
Si recorréis la parte alta del recinto amurallado podréis ver los baluartes defensivos que protegían Dalt Vila, que llevan por nombre Sant Pere, Sant Jaume, Sant Jordi, Sant Bernat y Santa Tecla, cada uno con sus vistas exclusivas.
Si os fijáis en la costa, comprobaréis horrorizados hasta donde ha llegado la especulación inmobiliaria. Lo que un día fue un vergel de playas idílicas hoy lo ocupa el cemento.
Realizamos el descenso de Dalt Vila por la calle Pere Tur. Al final de la misma fuimos a parar a la plaza de España. Aquí se encuentra el Ayuntamiento, edificio que ocupa una parte del convento de Santo Domingo.
Un entramado de estrechas calles se extiende por la Marina, entre la avenida Andanes (paralela al puerto) y Dalt Vila. Es un lugar fresco y sombreado, ideal para caminar a mediodía, cuando el sol pica y el hambre aprieta.
Aquí, entre decenas de tiendas de cerámica, moda y bisutería, encontraréis restaurantes selectos donde poder hincar el diente; eso sí, a precios prohibitivos. Para los que no queráis gastar tanto, siempre tenéis a mano el omnipresente McDonald's.
La isla de Ibiza, que junto con Formentera y otras islas menores forma parte de las Pitiusas, es la más meridional de las Baleares. La imagen que tenía de ella: fiesta, lujo ostentoso y mucho desfase, nada tiene que ver con la realidad que yo me encontré. Si buscáis playas exquisitas, turismo interior y tranquilidad, Ibiza es el lugar perfecto para pasar unos días de asueto.
TOPÓNIMO DE PITIUSASEl hotel Cala Llonga, situado en la playa homónima, resultó ideal para alojarnos ya que se encuentra en la mitad de la isla. Nos hospedamos en régimen de media pensión (desayuno y cena), lo que nos permitió movernos por la isla a nuestro antojo.
Cala Llonga no es de las mejores playas de Ibiza. En sus aguas flotaba porquería y pequeñas manchas de aceite. El motivo a esta suciedad se debe al cercano hotel y al barco que cubre la ruta entre Santa Eulària e Ibiza, que tiene parada en un pequeño muelle.