Nos aproximábamos a Alcalá desde el sur, por la carretera CM-3201, cuando avistamos el Mirador de Alcalá. Eché el freno y me detuve en esta maravillosa atalaya situada en el barranco de la Noguera.
En el Mirador, aparte de disfrutar de la primera vista panorámica de la villa, con el Castillo en lo alto del roquedo, pudimos admirar un curioso monumento en forma de picota o Rollo.
Estacionamos el vehículo de forma gratuita en la cañada de Dominguillo, muy cerca del parque del Río Júcar. Aquí se encuentra la presa que retiene las aguas del río Júcar, construida para aprovechamiento energético.
Desde el parque, a través de una pasarela de madera que desciende por la presa, podréis alcanzar el pequeño islote situado en mitad del río. Es un lugar fantástico para contemplar la presa y el puente del Júcar.
El parque del Río Júcar acoge La Playeta del Júcar, una zona de baño artificial, provista de arena, que resulta ideal para tomar un refrescante baño cuando el calor aprieta.
El parque del Júcar está unido al centro histórico de Alcalá por medio del puente del Júcar, que nos lo venden como romano cuando en realidad es bastante reciente.
El puente del Júcar era ya famoso en el siglo XVIII por su estructura de sillería y sus seis ojos (de los que se conserva los tres más próximos a la margen izquierda. A este momento podría corresponder su construcción, aunque la tradición lo remonta a otro anterior, quizás de la época romana.
El río Júcar forzó en diferentes fechas su restauración, la más reciente en 1990, sustituyendo la albardilla deteriorada por la erosión a base de piedra natural de Alcalá.
El parque del Júcar, a la altura del puente de Piedra, constituye el mejor mirador de Alcalá, con sus casas blancas desparramadas por la ladera de la montaña, a la sombra del alto cortado pétreo que dio nombre a la villa. No os creáis las teorías arabistas que nos han contado nuestros sabios durante años.
Atravesamos el puente del Júcar para abordar el centro histórico de Alcalá. Por la calle Pósito, trazada en cuesta, iniciamos el ascenso hacia la iglesia de San Andrés.
Construida a principios del siglo XVI, tras la destrucción de la anterior iglesia, es todavía una obra gótica, aunque fue muy modificada durante la segunda mitad del XVIII en estilo barroco.
El río Júcar traza en Alcalá una garganta que dibuja un sinuoso paso —que constituye uno de los principales atractivos de la villa—, lo que ha condicionado la disposición de las casas, construidas por las laderas aprovechando el meandro.
A partir de la iglesia comienzan las estrechas calles que trepan hacia el Castillo. Durante la subida veremos pequeñas viviendas, escaleras escarpadas, huertecillas y angostos pasajes.
Alcalá del Júcar destaca por sus cuevas labradas en la roca. Dos de ellas se pueden visitar previo pago: Cuevas del Diablo y Cuevas de Massagó. En ambas te ofrecen bebida con el precio de la entrada; y nos decantamos por las primeras.
Las Cuevas del Diablo, cuyo encantador espacio nada tiene que ver con este dios caído, fueron construidas en 1905 por una familia adinerada con la intención de que sus espacios sirvieran de alacenas o corrales.
"El Diablo" es el alias que utiliza el propietario de esta enorme cueva, Juan José Martínez, un almanseño de nacimiento aficionado a la poesía y de bigote alargado al más puro estilo Dalí. Él es el responsable de la invención de este proyecto.
La población se extiende por la ladera sur de la colina, en una zona abrupta que se cierne sobre el río Júcar. Su peculiar situación permite que la mayoría de las casas estén excavadas en la propia montaña, con cuevas de tal longitud que llegan hasta el extremo opuesto de la peña sobre la que se asienta la villa.
Tras tomar un refrigerio en el bar —dispone de mesas en el interior y en la terraza exterior, con vistas al río Júcar— acometimos la salida de la cueva, ascendiendo por unas interminables escaleras esculpidas en la roca, y abordando a continuación un largo túnel más apto para topos que para personas.
Accedimos a la Sala Grande de la cueva, cuya puerta de salida se encuentra varias calles por encima de la entrada. Disfrutamos con la nueva vista del pueblo y seguidamente iniciamos el ascenso al Castillo.
El Castillo de Alcalá, muy restaurado en la actualidad, es tardomedieval (del siglo XV), y presenta elementos góticos en algunas de sus ventanas y vanos. Su origen es árabe, del siglo XII.
Probablemente, el Castillo fue reconstruido en su época sobre otro anterior de origen árabe. En su interior se encontraba la primitiva iglesia parroquial, incendiada y perdida hacia el año 1500.
Escalera de acceso al Castillo |
Escalera de acceso al Castillo |
La sala principal del Castillo está abovedada e iluminada por una práctica lámpara. Aquí podréis ver una proyección audiovisual y cuadros de fotografías del edificio, de antes, durante y después de su restauración.
Unas estrechas escaleras de caracol, por las que sólo cabe una persona, conducen a la cripta y a la terraza de la Torre del Homenaje. Desde arriba, entre las almenas de la torre, tendréis Alcalá y el desfiladero del Júcar a vuestros pies.
El Castillo está constituido por un torreón pentagonal y dos torrecillas de planta circular en los ángulos rectos, que forman parte de la muralla primitiva de la población.
Tanto desde la torre del Homenaje como desde el patio que se abre en el morro que acoge el Castillo —fin de la peña que origina el meandro del río Júcar—, disfrutaréis de las mejores vistas panorámicas de Alcalá: río, puente del Júcar, iglesia de San Andrés...
Desde este privilegiado mirador podréis avistar la plaza de toros, única en su estilo por su forma irregular. Se desconoce su fecha de construcción; en la actualidad acoge festejos taurinos y obras teatrales.
La visita al Castillo incluye la entrada a la Casa-Cueva del Castillo, una vivienda típica del valle del río Júcar, a la que se accede por unas escaleras de piedra.
Acceso a la Casa-Cueva |
Acceso a la Casa-Cueva |
Desde antiguo, en Alcalá se excavaron y ampliaron las oquedades naturales en las paredes de roca caliza blanda del cañón del río Júcar, creando refugios seguros y bien aislados para todo tipo de uso: cacheras, palomares, algibes, casas cueva...
Casa-Cueva: la cocina |
Casa-Cueva: la alacena |
De hecho, las cuevas que hay en Alcalá son en su mayoría artificiales, fruto del duro esfuerzo de la mano de obra local, siempre aprovechando oquedades del terreno, y se han desarrollado a lo largo de la historia.
Prácticamente, todo el casco antiguo de Alcalá está formado por casas-cueva, excavadas a pico y pala por sus habitantes. La fachada de las casas es de obra y, conforme se adentra en la vivienda, las habitaciones están excavadas en la roca.
La empleada que nos vendió la entrada a las Cuevas del Diablo nos recomendó que almorzáramos en el restaurante-mesón El Mirador. "Es el mejor restaurante de la zona y, además, tiene una vistas alucinantes de Alcalá", nos dijo.
Seguimos los consejos de la mujer. Tardamos quince minutos en presentarnos en el aparcamiento del restauarante, en el municipio de Las Eras. Como no habíamos reservado, no pudimos comer en el salón con vista panorámica. No nos importó que nos acomodaran en la parte del bar. Comimos de maravilla, bien atendidos, degustando exquisitos platos de la zona.