Un apacible paseo por la orilla del río Arlanzón os brindará la oportunidad de contemplar desde la distancia las altas torres de la Catedral, que sobresalen por encima de las copas de la frondosa arboleda que jalona el cauce.
El peatonal puente de Santa María acoge el Arco de Santa María, puerta de entrada de la muralla que circundaba la ciudad en el siglo XIV. Al otro lado del arco, en la plaza del Rey San Fernando, ya pudimos admirar la mejestuosa Catedral, una de las más grandes de España, patrimonio de la Humanidad desde 1984.
La construcción de la Catedral comenzó en 1221, siguiendo patrones góticos franceses. Entre los siglos XV y XVI tuvo importantes modificaciones: las agujas de la fachada principal, la capilla del Condestable, el cimborrio del crucero, etc.
Al descender por las escaleras que bajan a la plaza de Santa María se puede contemplar la fachada occidental del templo, inspirada en las de las catedrales de París y Reims.
No soy partidario de pagar para ver templos religiosos, pero en esta ocasión hice una excepción. El interior de la Catedral bien lo merece, pues son numerosos los tesoros arquitectónicos, escultóricos y pictóricos que alberga.
En el interior de la nave destacan: el cimborrio gótico-plateresco, la Capilla del Condestable, el retablo gótico hispano-flamenco, el gran cuadro sobre tabla La Sagrada Familia, la sillería del coro, los relieves tardogóticos de la girola, los numerosos sepulcros góticos y renacentistas, la renacentista Escalera Dorada, el Santísimo Cristo de Burgos, la tumba del Cid Campeador y su esposa Doña Jimena y el Papamoscas, estatua articulada que abre la boca al dar las campanadas de las horas.
En la mañana del 21 de julio de 1921 los restos de Rodrigo Díaz de Vivar, «El Cid», y su mujer, Doña Jimena, fueron enterrados en la catedral de Burgos, donde ahora mismo se encuentran. Se situaron en el lugar más noble, bajo la bóveda, en el camino que va del coro al altar.
![]() Tumba del Cid |
![]() Los Condestables y el Altar Mayor |
No hay una ruta para ver el interior de la Catedral, cada uno debe realizar el circuito en función de lo que más le llame la atención. Lo que sí debéis hacer es visitar el claustro gótico, que está situado al suroeste del templo, entre la girola y el brazo sur del transepto.
El claustro comenzó a construirse a finales del siglo XIII y fue concluido en los primeros años de la siguiente centuria. Tiene dos pisos superpuestos y se articula mediante cuatro galerías con preciosas arquerías agudas con tracerías caladas.
Las pandas del claustro acogen un gran número de monumentos funerarios para las altas dignidades del clero, además del Museo Catedralicio.
Los dos pisos del claustro acogen las diferentes capillas donde se exponen las innumerables obras de arte que componen el Museo Catedralicio. Aquí veréis piezas únicas, algunas procedentes de la catedral románica (se exhiben en la planta inferior).
En total permanecimos cerca de una hora y media en el interior de la Catedral, quizá demasiado tiempo, aunque he de reconocer que mereció la pena. Pusimos la guinda a la visita a este majestuoso templo desplazándonos al Mirador del Castillo, la atalaya perfecta para conseguir una magnífica vista panorámica de la Catedral y de Burgos.