Panorámica de Oña |
La ruta comienza en Puentedey y discurre hacia el este de la provincia de Burgos. Pasamos por Cigüenza (su topónimo debe ser similar al de Sigüenza, en Guadalajara) y a la altura de Incinillas, descendimos junto al río Ebro por la N-232. Hoces, cañones y frondosos bosques nos acompañaron en este tramo del gran río ibérico.
Y en la parte final de la ruta penetramos en la hoz del río Oca. Carretera y senda (antiguo ferrocarril) comparten esta estrecha angostura labrada por el río Oca. Valió la pena detenernos en una curva para ser partícipes de esta belleza.
TOPÓNIMO DE OCAEl río Oca, antes de colarse por el desfiladero que lleva su nombre, al encuentro del Ebro, forma una amplia explanada rodeada de altos roquedos. En este estratégico lugar, entre la meseta y la cornisa cantábrica, se enclava la villa de Oña.
Hoy en día, Oña muestra con orgullo lo que fue en otros tiempos, en sus grandes edificios religiosos y civiles, en los restos de sus murallas y en el conjunto de su trazado urbano. Altas torres, como las de la vieja muralla o las de algunas iglesias, sobresalían por encima de los tejados, anunciándonos dónde se hallaba el centro histórico.
Estacionamos los vehículos en el gran aparcamiento público ubicado junto a la antigua vía del ferrocarril, reconvertida en Vía Verde. Desde aquí tendréis una buena perspectiva de la ciudad y de los roquedos que la rodean.
Y como amante de los trenes que soy, no me resistí a la tentación de acercarme a la vieja estación ferroviaria, reconvertida en albergue.
La calle Barruso, en ligera pendiente, nos catapultó al corazón del centro histórico, un lugar reservado a la coqueta plaza del Ayuntamiento. Junto al edificio consistorial admiramos la iglesia y la torre de San Juan.
La iglesia de San Juan se construyó a partir del siglo XII y destaca por su bella portada del siglo XIII, un ejemplo de transición del románico al gótico. La torre gótica de San Juan era el antiguo campanario, que estaba adosado a la iglesia.
Aquí tenéis otra perspectiva de la iglesia de San Juan y su torre, en este caso vista desde el cauce del río Oca.
Frente a la plaza del Ayuntamiento, en un plano superior, se alza la parroquia del Salvador, de estilo gótico. Se podía visitar el interior con una audioguía, eso sí, sin tomar fotos salvo en el claustro. El hecho de viajar con niños nos echó para atrás. Optamos por quedarnos junto al pórtico de la entrada.
Por cierto, desde la entrada a la iglesia del Salvador tendréis otra buena perspectiva de la hoz del río Oca. Es la típica imagen de Oña: roquedos, muelas, riscos...
Anexo a la parroquia del Salvador se levanta el monasterio de San Salvador, un soberbio edificio fundado en 1011 por el conde de Castilla Sancho García, nieto del Conde Fernán González. Resalta la fachada barroca, enmarcada por dos torres de la antigua fortaleza de Oña.
El monasterio se convirtió en uno de los más influyentes de Castilla y actualmente ofrece visitas guiadas los martes, jueves y sábados, eso sí, enfocadas al órgano. Descubriréis su funcionamiento, su música y su historia por el simbólico precio de 1€ (destinado al mantenimiento del órgano).
Antiguamente, Oña contaba con una muralla compuesta por doce torres, de las cuales sólo quedan tres, dos de ellas en la fachada del monasterio. Y parte de esta muralla se puede ver en un rincón de la plaza del Mercado.
Junto a la muralla se encuentra el lavadero-abrevadero, un pilón rectangular de uso ganadero, utilizado en otros tiempos para lavar la ropa.