Portinatx |
La isla de Ibiza, que junto con Formentera y otras islas menores forma parte de las Pitiusas, es la más meridional de las Baleares. La imagen que tenía de ella: fiesta, lujo ostentoso y mucho desfase, nada tiene que ver con la realidad que yo me encontré. Si buscáis playas exquisitas, turismo interior y tranquilidad, Ibiza es el lugar perfecto para pasar unos días de asueto.
El hotel Cala Llonga, situado en la playa homónima, resultó ideal para alojarnos ya que se encuentra en la mitad de la isla. Nos hospedamos en régimen de media pensión, desayuno y cena, lo que nos permitió movernos por la isla a nuestro antojo.
Cala Llonga no es de las mejores playas de Ibiza. En sus aguas flotaba porquería y pequeñas manchas de aceite. El motivo a esta suciedad se debe al cercano hotel y al barco que cubre la ruta entre Santa Eulària e Ibiza, que tiene parada en un pequeño muelle.
Hotel Cala Llonga |
Piscina del hotel |
La playa, como no podía ser de otra manera, fue el primer destino que buscamos nada más recoger el coche de alquiler en el aeropuerto y dejar las maletas en el hotel Cala Llonga.
Pero antes de alcanzar las anheladas calas, estuvimos unos minutos en el mercadillo hippy de Las Dalias, en Sant Carles de Peralta, todo un laberinto de puestos de ropa y bisutería.
Mercado de Las Dalias |
Mercado de Las Dalias |
A continuación proseguimos hacia la playa de Aigües Blanques, donde nos dimos un baño con sorpresa medusera incluida. Mi cuñado Rober pasó un mal rato por culpa de uno de estos bichos gelatinosos y urticantes.
A través de una estrecha carretera que serpenteaba por un paisaje de media montaña, muy arbolado y agreste, fuimos a parar a Sant Joan de Labritja, y siete kilómetros al norte, en la punta más septentrional de Ibiza, alcanzamos Portinatx, la playa que habíamos elegido para mover el bigote.
Restaurante Ca's Mallorquí |
Restaurante Ca's Mallorquí |
Almorzamos una rica paella en el restaurante Ca's Mallorquí, emplazado en un privilegiado lugar frente a la cala. Y como podía fallar, dimos buena cuenta de las cristalinas aguas de la playa.
Portinatx |
Playa de Portinatx |
Y a media tarde marchamos a la cercarna playa de Benirràs, a tiempo de darnos el último baño de la jornada. La playa, de arena con pequeños guijarros, era accesible sin chanclas de agua. Además, tuvimos la suerte de estar prácticamente solos, sin otros bañistas.