En la parte baja de San Vicente se encuentra el Puente medieval sobre el río Ebro, construido en el siglo XII. Si hacéis ruta en coche por la zona, vale la pena detenerse unos minutos para contemplarlo.
El puente fue una estructura defensiva clave en la Edad Media y se mantiene en buen estado de conservación. Desde su parte central se puede ver la represa que retiene las aguas del gran río ibérico.
Si estacionáis el vehículo en la plaza del Doctor Botelo podréis acceder fácilmente al centro histórico de San Vicente por la calle del Remedio, que conduce a la plaza Mayor.
En la calle del Remedio se localiza la ermita de San Roque, que en origen fue románica y estuvo dedicada a dos santos: San Sebastián y San Roque. La actual ermita se levantó en 1775 con paredes de mampostería y vanos de sillería.
Al final de la calle del Remedio, antes de acometer la plaza Mayor, encontraréis la oficina de turismo, donde podréis obtener folletos y reservar visitas guiadas al municipio.
Me sorprendió mucho la belleza que desprende la plaza Mayor de la villa. Situada en el corazón del casco viejo, es un punto de partida ideal para explorar su rica historia y arquitectura.
Construida en 1726 por Francisco de Mendieta, la plaza alberga el Ayuntamiento, erigido sobre soportales de piedra, y el palacio de los Gil Aguiriano, ambos del siglo XVIII. En la fachada del Ayuntamiento se encuentra el escudo de la villa, junto con inscripciones de los "Fueros del siglo XII" y el "Título de Hidalguía del siglo XIV", otorgados por los reyes navarros.
La plaza también cuenta con una fuente característica de 1882, año en que se estableció el primer suministro de agua al municipio. Destacan sus cuatro cisnes blancos.
De las muchas calles que parten de la plaza Mayor, elegimos la empedrada calle Mayor, con edificios representativos de la arquitectura tradicional de San Vicente.
San Vicente cuenta con un buen número de casas solariegas y palacios. Al final de la calle Mayor tenéis un maginífico ejemplo de casa solariega del siglo XVIII, con su escudo heráldico situado en la esquina.
Enfrentado a esta casa podréis ver el Palacio de los Davalillo, del siglo XVIII, que presenta un escudo heráldico en la fachada principal, por encima del balcón.
Ya he dicho que San Vicente destaca por sus numerosos palacios y casas solariegas, que reflejan la historia y el linaje de sus antiguos habitantes. En la avenida de La Rioja, en el ascenso al Castillo, vimos unos cuantos palacetes.
Estas edificaciones, muchas de ellas del siglo XVIII, se caracterizan por sus fachadas de piedra de sillería, escudos heráldicos y detalles arquitectónicos que denotan su importancia histórica.
Los balcones de hierro forjado y los aleros de madera tallada son elementos decorativos comunes que enriquecen la estética de las casas.
![]() Avenida de La Rioja |
![]() Casa López-Cano. Calle Carnicerías |
Una vez visitamos el Castillo (ver siguiente etapa), realizamos el descenso a la plaza Mayor por las calles que se asoman al cortado del río Ebro. Y en la calle Buenavista hicimos un alto para contemplar el lavadero Manzanares, con su pica rebosante de agua.
La calle Buenavista no se llama así por casualidad. Desde el lavadero público podréis disfrutar de una magnífica vista del río Ebro, con el puente medieval a vuestros pies.