Una visita a Haro se puede realizar perfectamente en algo más de una hora. Lo normal es que estacionéis el vehículo en alguna calle próxima al centro histórico. Nosotros elegimos la calle Santa Lucía, situada en la parte baja del cerro de Santa Lucía, el que, con toda probabilidad, originó el topónimo de Haro.
Realizamos el acceso al centro histórico por la plaza de la Cruz, representativa del centro de Haro. Si algo abunda en la villa son los palacetes, y en esta plaza vimos el Palacio de la Cruz, del siglo XVIII.
Nuestro primer objetivo en Haro era acercarnos a la plaza de la Paz, y una buena forma de hacerlo fue abordando la peatonal calle Víctor Pradera, con su estatua dedicada al "Embotellador" y su típica farola.
La plaza de la Paz es el corazón del casco histórico, y uno de los lugares más emblemáticos y animados de la ciudad. Funciona como centro neurálgico, punto de encuentro tanto para visitantes como para locales, y un excelente lugar para comenzar cualquier visita a Haro.
Su nombre hace alusión a la paz tras siglos de disputas entre nobles y comerciantes por el control del vino. En su centro, en el lugar que ocupó una antigua fuente, se halla el Templete, que me llamó la atención por disponer de aseos gratuitos.
En el suelo de la plaza hay una rosa de los vientos, y en las inmediaciones, esculturas y fuentes que realzan su belleza. Una de las esculturas es El Limpiabotas, con su silla aguardando a los clientes.
La plaza está presidida por el Ayuntamiento de Haro, edificio neoclásico del siglo XVIII (1768), con una fachada sobria de piedra de sillería.
Alrededor de la plaza podréis ver diferentes palacios. El más admirado es el Palacio de Bendaña (siglo XVI), con una preciosa fachada renacentista. Actualmente alberga la oficina de turismo.
En el extremo oeste de la plaza de la Paz (calle San Felices) se halla El Torreón, el único resto existente de las murallas que desde el siglo XII defendían la ciudad.
Denominado Torre de los Presos, el edificio fue abandonado en el siglo XV, pasando a manos privadas durante varios siglos. Actualmente acoge el Museo de Arte Contemporáneo.
![]() El Torreón |
![]() El Vinatero del Torreón |
El casco antiguo está muy bien conservado. Alrededor de la plaza de la Paz se abre un conjunto de callejuelas estrechas repletas de bares con variedad de pinchos y tapas. A esta zona se la conoce como "La Herradura".
![]() Homenaje a la Bota. Calle San Martín |
![]() Calle Santo Tomás |
Las calles Santo Tomás y San Martín, y la plaza de San Martín fueron las principales cartas de presentación de La Herradura, que a las tres de la tarde aún acogía a numerosos grupos de comensales en busca de buenos pinchos.
![]() Calle San Martín |
![]() Plaza San Martín |
Otro imprescindible de Haro es la imponente iglesia de Santo Tomás, de estilo renacentista. Exteriormente destaca por su impresionante torre barroca de 68 metros de altura, cuyos primeros cuerpos son neogóticos y culmina en estilo barroco.
La iglesia está declarada Monumento Nacional. Fue construida por orden de Felipe Bigarny, arquitecto también de la catedral de Burgos.
![]() Iglesia de Santo Tomás |
![]() Iglesia de Santo Tomás |
El interior de la iglesia es gótico florido; consta de tres naves de la misma altura con una bóveda de crucería que simula a las palmeras formadas por diversos nervios que se entrelazan formando una complicada red. El retablo mayor es de estilo barroco dividido en tres cuerpos.
La plaza de la Iglesia no os dejará indiferentes. Frente al templo religioso podréis ver una serie de edificios hitóricos construidos en piedra, con sus bajos porticados.
En un lateral de la plaza podréis admirar el Palacio de los Condes de Haro, construido entre los siglos XVI y XVII por la familia Ollauri.
En la fachada norte de la iglesia, tomando la calle Santiago, se localiza el Mirador de la Atalaya, que brinda unas fabulosas vistas del río Ebro y del entorno de Haro.
Desde el mirador podréis avistar el Barrio de la Estación, considerado como el epicentro enológico de Haro, pues alberga algunas de las bodegas más antiguas y prestigiosas de la región.
Estas bodegas, muchas de las cuales datan del siglo XIX, ofrecen visitas guiadas y catas que permiten sumergirse en la historia y el proceso de elaboración del vino de Rioja.