Partimos de Rabat pasadas las once de la mañana, en un tren procedente de Marrakech que, como ya presumíamos, llegó con bastantes minutos de retraso. A partir de Sidi Kacem, nuestro billete BIJ no era válido, pero nadie nos lo pidió hasta la llegada a Fez, por lo que nos ahorramos el suplemento. Lo que sí nos sorprendió, fue una comitiva de aspirantes a guía a partir de la estación de Mequínez. ¡¡Qué pesadilla de muchachos!!
Llegamos a la estación central de Fez a las 15:45. Allí fuimos recibidos por otro comité de bienvenida, chicos jóvenes que pretendían ser nuestros guías. Y pegados los tuvimos mientras buscábamos hotel en la Ciudad Nueva (Nouvelle Ville). Conseguimos quitárnoslos de encima cuando localizamos el hotel Amor, nuetro humilde morada en Fez.
La medina de Fez el Jedid es la más próxima a la Ciudad Nueva. Nos dirigimos a ella a pie, por la kilométrica y animada avenida de Hassan II, prescindiendo de taxi.
Rodeada de altos muros y de calles repletas de tiendas de orfebrería, la medina fue fundada en el siglo XIII. En su interior se encuentra el barrio judío de la Mellah, fundado en 1438, con viviendas de paredes blancas.
Intramuros localizamos el Palacio Real, construido en el siglo XIV, uno de los más grandes y antiguos de Marruecos. Debido a su gran tamaño, el recinto se edificó fuera de la antigua medina (Fez el-Bali), por lo que, tras su construcción, surgió una nueva medina, Fez el-Jedid, para abastecer las necesidades del palacete.
En la cara norte de la Medina, atravesamos una de las puertas monumentales que daban acceso al Pequeño Mechouar, un antiguo patio de desfiles dedicado a la oratoria que fue fundado por los judíos expulsados de España a partir de 1492.
Extramuros, más allá de la puerta Dekkanen, nos acercamos a la vecina fortaleza Cherarda, cuya robusta muralla encierra un hospital y una escuela.
Antes de emprender el regreso al hotel, aún tuvimos tiempo de contemplar el festejo nupcial que celebraba una pareja de recién casados frente a la muralla de Cherarda. La comitiva iba precedida de entusiastas músicos que tocaban alegres melodías.
Esta ruta ferroviaria transcurre entre Rabat y Fez. La distancia no es muy grande, pero en Marruecos ya se sabe con los horarios. Tardamos casi cuatro horas en alcanzar nuestro objetivo. Y a partir de Mequínez fuimos abordados por una tropa de muchachos que querían ganarse unas monedas guiándonos por la ciudad.