Abordaremos el barrio de Santa Cruz desde la privilegiada plaza Virgen de los Reyes, una de las más monumentales de Sevilla. En su centro podréis ver la Fuente de la Farola, o de los Faroles, construida en 1929 con motivo de la Exposición Iberoamericana.
La monumentalidad de la plaza hay que buscarla en tres importantes edificios: la Catedral, la Giralda y el Palacio Arzobispal. Los dos primeros ya tuve la oportunidad de visitarlos (ver la anterior etapa).
Del tercer edificio, el Palacio Arzobispal, cabe mencionar que data de mediados del siglo XVI y está considerado Monumento Histórico Artístico desde el año 1969. Convertido en pinacoteca, actualmente se visitan sus salas nobles.
Penetramos en el barrio de Santa Cruz por la peatonal calle Mateos Gago, jalonada por decenas de bares con terraza, y que ofrece unas vistas fabulosas de la Giralda.
Si abandonáis la céntrica Mateos Gago, descubriréis que las calles se van estrechando; y, lógicamente, se vuelven más interesantes. Siguiendo las indicaciones oportunas fuimos a parar a la plaza de la Alianza, un rincón pequeño, pero con mucho encanto.
Salpicada de naranjos y flanqueada por pintorescos edificios y por un tramo de la muralla del Alcázar, la plaza de la Alianza está presidida por una fuente de ocho caras. Es un lugar maravilloso para relajarse en la terraza de alguno de sus bares.
Avanzando hacia el sur por la retorcida calle Rodrigo Caro, que sigue la muralla del Alcázar, daremos con la plaza de Doña Elvira, uno de los rincones que más me sorprendió del barrio de Santa Cruz.
![]() Calle Rodrigo Caro |
![]() Plaza Doña Elvira |
De planta rectangular, la plaza Doña Elvira está rodeada de naranjos y de edificios con sus bajos ocupados por tiendecitas. Los banquitos de la plaza, situados en torno a la fuente y decorados con azulejos sevillanos, aportan el toque glamuroso al espacio.
Muchas de las calles, sobre todo las más angostas, fueron diseñadas para mantener el frescor durante los calurosos veranos sevillanos. Una de las callejas más estrechas es la calle Vida, que une la plaza de la Alianza con la calle Judería y el callejón del Agua.
En la plazoleta de la calle Vida se encuentra el acceso a la calle Judería, un estrecho pasaje que va a parar a la muralla almohade del Alcázar.
Al final del pasaje, girando hacia la derecha, veréis la Fuente de la Calle Judería, que estremece al visitante por la quietud y la espirituralidad que desprende, sobre todo si no hay turistas cerca y podéis oír el sonido del agua al caer por el chorrillo.
![]() Fuente de la calle Judería |
![]() Fuente de la calle Judería |
La calle Judería es una callecita encantadora llena de historia y encanto. Trazada junto a la muralla almohade, en ella se respira un aire mágico, perfecto para pasear tranquilamente.
La calle Judería está rodeada de casas blancas con patios llenos de flores. También se accede a ella por un túnel que la une con el Patio de Banderas.
![]() Acceso al túnel de la calle Judería |
![]() Túnel de la calle Judería |
El Patio de Banderas formaba parte del conjunto defensivo del Real Alcázar durante la época musulmana. Su nombre proviene del uso que tuvo en la época cristiana, cuando se colgaban banderas para ceremonias oficiales.
Regresamos de nuevo a la calle Vida por la calle Judería, hasta alcanzar la calle del Agua. Sin duda, esta calle, y el laberinto de calles anexas, son de obligada visita en el recorrido por el laberíntico barrio de Santa Cruz.
![]() Calle del Agua |
![]() Calle Susona |
Situada junto a la muralla de la ciudad y en paralelo a los jardines del Real Alcázar, esta calle servía para llevar el agua desde los Caños de Carmona hasta el Alcázar. De ahí su actual nombre.
Al final de la calle del Agua iremos a parar a la plaza de Alfaro, otro rincón con encanto del barrio de Santa Cruz. Situada en una esquina de la muralla almohade del Alcázar, en la plaza veréis interesantes edificios de arquitectura tradicional, como el Balcón de Rosina, que, según la leyenda, inspiró la ópera El barbero de Sevilla.
En la plaza de Alfaro confluyen varios tramos de la muralla de Sevilla. De época islámica (siglos XI-XII), contiene las conducciones que en periodo cristiano suministraban agua al Real Alcázar y a la ciudad.
La plaza de Alfaro tiene acceso a los Jardines de Murillo, concretamente al Jardín de las Cuatro Fuentes. Aquí conviene caminar tranquilamente por los senderos para descubrir la belleza que desprende este parque, jalonado por altos y robustos árboles.
Los Jardines de Murillo son uno de los espacios verdes más emblemáticos y bellos de la ciudad. Eran parte de los terrenos del Real Alcázar y se cedieron a la ciudad en 1911.
Uno de los puntos destacados del parque es el Monumento a Cristóbal Colón, que consta de dos columnas coronadas con un león y un barco, representando las carabelas del Descubrimiento de América.