Pl. República de Arlés |
Aviñón es el origen de esta interesante ruta que sigue el río Ródano hasta prácticamente su desembucadura. Transcurridos los primeros veinte kilómetros nos detuvimos en Saint Remy de Provence, en cuyo casco antiguo tomamos el primer bocado del día. Un paseo por sus estrechas calles evocaba su esplendoroso pasado, no en vano en esta villa nació en 1503 Nostradamus.
Saint Remy |
Saint Remy |
Un descubrimiento que ha dado fama a Saint Remy son sus fascinantes ruinas de Glanum, ciudad romana que fuera saqueada por los godos y de la que sólo quedan en pie un arco y un mausoleo.
Arco y Mausoleo de Glanum |
Arco de Glanum |
A unos doce kilómetros al sur de Saint Remy, en una enorme meseta rocosa conocida como Les Alpilles, se yergue la ciudadela de Les Baux de Provenza, nuestra siguiente parada en la ruta.
Les Alpilles |
Les Baux desde Les Alpilles |
La Ciudadela de Les Baux parece estar sacada de un cuento de hadas. Está brillantemente restaurada y cuenta con restaurantes caros y con muchas tiendas de souvenirs; eso sí, vale la pena pasear tranquilamente por sus callejuelas y placitas, así como visitar algunas iglesias y capillas: San Blas, Castrale... A la entrada también podréis ver el palacio Tour de Brau, del siglo XV.
Las ruinas del castillo de Les Baux destacan en la parta alta del pueblo, sobre el roquedo que debió originar la voz "baux". Aseguran que las vistas desde allí arriba son espectaculares, pero el elevado precio de la entrada nos echó para atrás. De todas formas, desde la Ciudadela hay miradores que brindan buenas panorámicas de las montañas circundantes, los Alpilles
Muy cerca de Arlés, en la carretera que la une con Les Baux, hicimos un alto para contemplar las ruinas de la abadía de Montmajour, con su iglesia románica del siglo XII dominando una extensa planicie.
Abadía de Montmajour |
Abadía de Montmajour |
Llegamos a mediodía a Arlés, ciudad artística que destaca por su imponente mercado y por unas ruinas romanas excepcionalmente bien conservadas. Visitamos el casco antiguo, dominado por el imponente anfiteatro romano, conocido como "Las Arenas", con capacidad para veinte mil espectadores y que actualmente se utiliza como plaza de toros.
También vimos el Teatro romano, la bucólica plaza de la República, que acoge un obelisco egipcio en su centro y la iglesia de San Trophime, y junto a la orilla del río Ródano, los restos de las grandiosas termas de Constantino.
Partimos de Arlés por la carretera que bordea el norte del Parque Natural de la Camarga, un humedal de 140.000 hectáreas formado por el delta del Ródano.
La segunda parte de este circuito transcurre por el departamento del Gard. Desde Arlés, a través de la Camarga, alcanzamos Aigues Mortes, impresionante villa amurallada ubicada junto al delta del Ródano. Fundada por Luis XI en el siglo XIII para consolidar su poder en el Mediterráneo, la población, como pudimos comprobar, se construyó siguiendo un trazado de cuadrícula. Aparte de recorrer a pie sus calles repletas de tienditas, lo que más destaca de Aigues Mortes es su robusta muralla, con la torre de Constance como principal foco de atención.
Esta ciudad puso el punto final a cuatro días de asueto por las regiones francesas de Provenza y Languedoc-Rosellón. Regresamos a Barcelona por la autopista de la costa, con susto incluido en Montpellier, cuando nos sorprendió una fuerte tormenta acompañada de una tremenda tromba de agua que apenas nos dejó ver más allá de nuestras narices.