Nuestra ruta por la Rioja Baja avanza junto al río Cidacos, desde Enciso hasta Arnedillo, una vieja conocida para mí. Estacionamos el vehículo en la carretera y a continuación penetramos en el compacto núcleo histórico, caracterizado por callejas estrechas y en cuesta.
A través de estrechas calles peatonales alcanzamos la plaza de la iglesia, uno de los lugares más frecuentados de la villa. En un rincón de la plaza vimos el lavadero público, utilizado casi en exclusiva por las mujeres del pueblo hasta una época reciente.
![]() Torre de la iglesia |
![]() Lavadero público |
En la plaza sobresale la iglesia parroquial, levantada en el siglo XVI en honor a los santos San Servando y San Germán.
El río Cidacos describe una gran curva a la altura de la villa. Conviene acercarse al paseo fluvial para admirar la belleza del agreste paisaje que nos rodea.
Río abajo, en la parte más angosta del desfiladero que ha labrado el río, podréis ver el puente del Castillo, uno de los monumentos que más se asocia con la imagen de la villa.
Este bello puente de piedra, de un ojo de medio punto, está asentado sobre la roca del río. Se cree que podría datar de finales del siglo XVI o principios del siglo XVII.
Desde la parte inferior del puente podréis avistar la torre del Castillo. Y si os situáis bajo el vano accederéis a las pasarelas metálicas, trazadas en la orilla izquierda del río.
Cuando caminéis por la pasarela a la altura del puente debéis prestar atención a la pared rocosa vertical, de origen calizo, abierta por el río Cidacos.
Hace unos 300 millones de años, durante el periodo Jurásico, esta zona estaba cubierta por el mar. Al morir los organismos marinos, sus restos se fueron depositando en el fondo y dieron lugar a las rocas calizas.
La pasarela metálica os conducirá hasta una pequeña cascada. Aquí veréis dos puentes, el de la carretera y el de la antigua línea de ferrocarril, reconvertida en Vía Verde (para peatones y bicicletas).
Si ascendéis por las escaleras metálicas hasta la carretera veréis el túnel del ferrocarril, que actualmente es peatonal y se ilumina al caminar por él.
La Vía Verde del Cidacos es una estupenda ruta de más de 30 km que discurre por donde antaño lo hicieron los trenes que iban de Calahorra a Arnedillo. Actualmente se ha convertido en una de las mejores maneras de descubrir el valle del Cidacos.
Desde la parte superior de las pasarelas, a través del puente de piedra o puente del Castillo, podréis acceder a la margen derecha del río Cidacos. Aquí podréis ver los restos del Castillo y la ermita de San Andrés.
Encaramado en los escarpes rocosos, vigilando el paso del desfiladero, se hallan los restos del Castillo, del que no queda más que una desvencijada torre de arenisca y un lienzo de muralla.
Y a unos metros río arriba, a pocos metros del Castillo, podréis ver la ermita de San Andrés y San Blas. Si llegáis hasta ella tendréis una fantástica panorámica de Arnedillo y el río Cidacos. Aunque desde el puente también disfrutaréis de una fabulosa vista del pueblo y el río.
Las Pozas de Arnedillo son una construcción de piedra ubicadas en el mismo margen del río Cidacos, de las que manan aguas termales con propiedades medicinales. El acceso es gratuito y disponen de bancos y ducha.
Las pozas han sido restauradas recientemente, son tres espacios diferenciados y se alinean en paralelo al cauce dle río. La primera poza recibe el agua caliente a 52 grados; la segunda está a unos 45 grados y la tercera, en la que yo me metí, a unos 36 grados.
El balneario situado en la margen derecha del río es famoso por sus aguas minero medicinales a una temperatura constante de 52 grados. Su origen puede proceder del tiempo de los romanos, tal como demuestran algunos vestigios encontrados.