Llegamos a Selinunte por la autopista A-29, procedentes del Cabo de San Vito, en el norte de la isla. Nos presentamos en las taquillas a las cuatro de la tarde, a una hora en que el sol ya no picaba tanto. El recinto cerraba a las siete.
El conjunto de construcciones arquitectónicas presentes en el interior del parque arqueológico de Selinunte se subdivide en cinco grupos: la colina de Manuzza, la Acrópolis, las necrópolis, la colina Oriental y la colina Gaggera.
Una vez accedáis al recinto no debéis perderos los templos situados en la colina Oriental, la más próxima a la entrada. Esta área, antaño densamente poblada, reúne los restos de tres templos adyacentes de los siglos VI y V a.C. Estos templos, E, F, G, de orden dórico, son de épocas y estilos muy diferentes.
El Templo E, el mejor conservado de los tres, también es conocido como Templo de Hera, ya que una inscripción encontrada en una estela votiva indica que fue dedicado a Hera. Fue construido hacia mediados del siglo VI a.C. sobre los cimientos de un edificio más antiguo.
El Templo F, que está muy deteriorado, se cree que estaba dedicado a un culto mistérico a Deméter o a Dioniso, aunque también se ha sugerido que podría haber estado dedicado a Atenea.
La distancia que nos separaba de la Acrópolis, nuestro siguiente objetivo en Selinunte, era considerable. En las taquillas supimos que el carrito eléctrico costaba 5€ y las bicis 4€. En ese momento de indecisión, el empleado nos dijo que también se podía ir a la Acrópolis en coche por una carretera que une los dos recintos principales por la costa. Esta opción fue la que elegimos nosotros.
La Acrópolis se encuentra junto al mar, en lo alto de un acantilado desde el que se puede ver una playa que a los tres nos desagradó. El agua estaba turbia y muy revuelta, nada que ver con la de San Vito. La ciudad griega poseía dos puertos, el de la desembocadura del Selinos y el de la salida al mar de Gorgo Cotone, que actualmente están colmatados.
La Acrópolis, en la colina occidental, está estructurada por terraplenes y fortificaciones que datan del siglo IV a.C. (el más antiguo es del 550 a.C.) y está dominada por numerosos templos (A, B, C, D, W, O, Y), muchos de ellos de gran tamaño.
A partir de la caseta que da acceso a la Acrópolis se suceden los templos. El primero que veréis, dedicado presumiblemente a Poseidón por estar más cerca del mar, es el Templo O, construido entre 490 y 480 a.C.
En una terraza superior veréis el Templo A o de Dioscuri, construido alrededor del año 460 a.C. Se trata de un templo períptero dórico, de reducidas dimensiones, con seis columnas en la fachada y catorce en los lados largos.
El Templo C, construido hacia 580-550 a.C., posiblemente sobre un pequeño templo prearcaico, es el más grande (24 x 63,70 ms) y el templo períptero más antiguo de la Acrópolis. En el centro del frontón aparecía representada la cabeza de Medusa, de 2,50 metros de altura.
En el yacimiento de la Acrópolis, el Templo C es el que mejor se conserva de todos. Se cree que podría haber estado dedicado a Apolo. Tenía 17 columnas en los lados largos y 6 en las fachadas. En el Museo Regional de Palermo se conservan algunas piezas recuperadas del templo, como metopas, triglifos...
Se ha sugerido que la proliferación de templos en Selinunte es debida a un deseo de afirmación de la identidad de la polis helénica ante la proximidad de la ciudad a territorios no griegos de la isla de Sicilia.