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![]() Teatro griego |
La última jornada en Sicilia comenzó en Pozzallo, subiendo al autobús in extremis. Partimos a las 9:50, con diez minutos de adelanto. A las dos horas justas de viaje llegamos a Siracusa, ciudad fundada en el 734 a.C., por colonos griegos, que aún conserva maravillosos recintos arqueológicos.
La estación de autobuses está justo enfrente de la estación ferroviaria, en el centro de la ciudad. Movernos a pie, pese al calor reinante, fue la opción que elegimois para acercarnos a la isla de Ortigia, que cierra la bahía de Siracusa por el norte. Entre el entramado de callejuelas dimos con el templo de Apolo, del siglo VI a.C., el edificio dórico más antiguo de Sicilia.
Al norte del centro histórico, caminando por el corso Gelone, nos aguardaba el segundo plato fuerte de la jornada: la zona arqueológica de Neápolis, que alberga ruinas griegas y romanas casi por igual.
En el interior de este enorme recinto, una vez abonamos la correspondiente entrada, nos dirigimos en primer lugar al colosal Teatro griego de Siracusa, el teatro clásico más grande del mundo, fundado en torno al año 734 a.C. por colonos griegos procedentes de Corinto.
A este del Teatro griego, en las rocas que le dieron forma, existen grutas y cavidades conocidas como Latomías. Estas cuevas, que fueron excavadas en el siglo V a.C., se usaron en la antigüedad como canteras y cárceles, y en la actualidad constituyen uno de los atractivos de Neápolis. Las más célebres son la latomía del Paradiso y la Gruta del Ninfeo, que muestra un relieve rocoso, en una terraza rectangular que linda con el teatro griego.
La latomía más grande y alucinante de todas es la Oreja de Dionisio, una cueva artificial realizada en piedra caliza. Tiene 23 metros de altura y se extiende 65 metros dentro de la montaña; verticalmente se estrecha a modo de lágrima y debido a su forma de oreja, el interior de la cueva tiene una excelente acústica.
Al sur de las latomías vimos dos significativos monumentos: el Altar de Hierón y el Anfiteatro romano. El Altar de Hierón, o Gran Altar de Siracusa, fue construido por los griegos, en el siglo III a.C., en honor al tirano Hierón II, y servía como propaganda política.
Y en cuanto al Anfiteatro romano, cabe mencionar que fue levantado en el siglo III d.C., y que está considerado como el tercero más importante del mundo, por detrás del Coliseo romano y el anfiteatro de Verona.
A las seis de la tarde, con puntualidad, partimos de Siracusa hacia el aeropuerto de Fontanarossa, en Catania. El bus iba hasta la bandera, no obstante, ocupamos las primeras filas de asientos, lo que nos permitió contemplar el dantesco espectáculo en que se convirtió la carretera S-114 (dos accidentes, adelantamientos en línea continua...).
Llegamos al aeropuerto de Fontanarossa a las 19:30 y a medianoche, con más de dos horas de retraso, volamos hacia Barcelona.