Teatro Chino. Hollywood |
La jornada inaugural del viaje transcurrió, como no podía ser de otra manera, en el interior de aviones. El primer vuelo nos condujo, en dos horas, desde el barcelonés aeropuerto de El Prat hasta Fránkfurt, donde permanecimos algo más de dos horas, a la espera de embarcar en un enorme jumbo de dos plantas. Partimos a las cinco en punto. Desde el aire avistamos el norte de Islandia y la isla de Groenlandia, cubierta de un resplandeciente hielo perpetuo. Aterrizamos en Los Ángeles a las siete de la tarde. El vuelo duró diez horas justas, pero al volar hacia el oeste (con el sol), sólo habíamos perdido dos horas.
En el aeropuerto angelino hallé una guía para mochileros con direcciones de hoteles y albergues juveniles como el L.A. Hostel de Hollywood. Llamamos por teléfono a este último y nos dijeron que tenían camas libres.
Una furgoneta lanzadera (shuttle) nos condujo en media hora, de forma gratuita, hasta la misma puerta del hostel (número 6772 de la avenida Hawthorn), que curiosamente estaba a una manzana del Paseo de la Fama (calle Hollywood). Por lo pronto reservamos un par de noches.
En el barrio de Hollywood, nos movimos a pie por la avenida de la Fama, pisando estrellas de renombrados actores y actrices. En el Teatro Chino vimos las más laureadas, entre ellas se hallaban las de Groucho Marx, Clark Gable, Rita Hayworth, Sophia Loren o Marilyn Monroe. Nos acercamos también hasta los estudios Paramount, pero nos dijeron que no realizaban visitas turísticas.
Un autobús nos condujo por la avenida de Santa Mónica hasta Berverly Hills. Recorrimos a pie un tramo de la calle Cannon y cuando nos cansamos de ver lujosas mansiones nos dirigimos a Rodeo Drive, que acoge las tiendas más lujosas del emblemático barrio angelino.
Rodeo Drive |
Rodeo Drive |
Muy cerca, junto a un mercado de fruta, vimos también el ayuntamiento de Beverly Hills, un edificio de escaso interés. Escapamos de Rodeo Drive por el bulevar Wilshire, kilométrica avenida que debía conducirnos al corazón de Los Ángeles.
Un segundo autobús nos llevó, por el bulevar Wilshire, hasta el Distrito Financiero de Los Ángeles. Caminando entre los rascacielos más altos de la ciudad dimos con el City Hall (Ayuntamiento), un alto edificio de 32 plantas, del año 1927, que ocupaba una enorme manzana. También vimos el pabellón Dorothy Chandler, uno de los tres centros artísticos más grandes de Estados Unidos, que en 1999 acogía casualmente la entrega de los Premios Oscar.
Después de almorzar nos presentamos en la plaza Olvera o plaza del Pueblo, en el corazón del casco antiguo. Ese fue el lugar donde 44 españoles fundaron en septiembre de 1781 "El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de Los Ángeles de Porciúncula". La plaza y algunas casas coloniales de la calle Vino u Olvera (Casa Sepúlveda, Casa Pío Pico o Casa Adobe Ávila) fueron declarados por el gobierno de Estados Unidos como Monumento Histórico Nacional.
Visitamos también la cercana estación de tren Union, un bello edificio construido en 1939 en estilo mudéjar colonial español.
Calle Hope |
Estacion Union |
Y al caer la noche, de regreso a nuestra humilde morada, aún tuvimos tiempo de ver cómo celebraban Halloween en el Paseo de la Fama de Hollyood. Unas serpentinas, disfraces, carrozas... pusieron la guinda a una estupenda jornada.
Halloween |
Halloween |
La noche anterior adquirimos en la recepción del hostel las entradas a los Estudios Universal (38$) por barba. Ese precio incluía la entrada al parque de atracciones y el transporte desde el hostel. Antes de partir tomamos el desayuno en la cocina, pues estaba incluido en la tarifa de 18$ por noche.
Tardamos quince minutos en llegar a la entrada principal de los Estudios Universal, cuyas puertas no abrían hasta las 9,30.
El parque de atracciones más famoso de Los Ángeles merecía que le dedicáramos un día completo y lo primero que hicimos nada más entrar fue recorrer en un trenecito (Blacklot Tram Tour, de una hora y media, con locución en inglés y castellano) todo el complejo, desde la parte superior hasta la inferior, en el valle de San Fernando, que acoge escenarios de película como la plaza donde se rodó Regreso al Futuro.
Los Estudios Universal no dejan a nadie indiferente. Aparte de presenciar atracciones repletas de efectos especiales (Waterworld; Wild, Wild, West o Backdraft, con llamaradas, agua y destrucción de decorados), pudimos gozar de atracciones propias de un parque de atracciones: Jurassic Park, ET, Back to the Future Ride, además de disfrutar con el visionado de películas en 3D. El almuerzo pizzero salió caro, pero ya contábamos con ello.
Antes de ser recogidos a las siete de la tarde, realizamos una visita relámpago al anexo Universal Citywalk, un escenario jalonado de curiosos edificios que acogían tiendas de souvenirs, cines y restaurantes. El paseo principal, que estaba ocupado por ilusionistas, artistas callejeros y algún que otro pirado, desprendía mucha luz de neón, como la que proyectaba el Hard Rock Café.
Universal Citywalk |
Universal Citywalk |
Esa noche, tras recoger las maletas en el hostel de Hollywood, tomamos un autobús y marchamos a dormir la mona al hostel de Santa Mónica, ubicado a dos manzanas de la línea de costa. El precio por noche era de 22$ y no incluía el desayuno.