Estación de Queralbs |
La empleada del hotel 9 Nou Sant Antoni, de Ribes de Freser, nos lo dejó bien claro el día anterior: "con el billete de regreso a Ribes podréis bajar en Queralbs, ver el pueblo y tomar otro tren. No es necesario que vayáis en coche". Y eso fue exactamente lo que hicimos.
Partimos de Nuria en el tren de las 15:50 y, veinte minutos después, tras haber disfrutado como enanos del espectacular paisaje pirenaico, nos apeamos en la estación de Queralbs.
Diez minutos a pie separan la estación del Cremallera del centro de la villa. Queralbs es la típica población montañesa escalonada sobre una ladera. A la entrada del pueblo, en la plaza del Raig, podréis ver una estrecha y curiosa cascada procedente de un diminuto arroyo.
La cascada nos dio la bienvenida a Queralbs. A continuación, avanzamos por la calle Mayor admirando el empedrado de las casas y la característica pizarra de los tejados.
Fuimos a parar al Ayuntamiento, edificio que destaca por su fachada de arquitectura rural, coronada por un reloj redondo, y por los ornamentos de las ventanas.
Junto al Ayuntamiento, descubriréis un fabuloso Mirador. Vale la pena asomarse para contemplar el valle de Nuria y su frondoso bosque.
Al final del pueblo, más allá del lavadero, alcanzamos una de las joyas de Queralbs y del valle de Nuria: la iglesia románica de Sant Jaume, o de Santiago, del siglo XII.
La principal atracción de la villa es esta pequeña iglesia, que presenta un pórtico con cinco columnas de mármol azulado y capiteles brillantemente decorados.
Escapamos de Queralbs por el mismo lugar por el que habíamos llegado: la estación de tren. Un nuevo convoy, ayudándose del sistema de engranaje, entró en la estación procedente de Nuria. En el andén, otro tren aguardaba su llegada para iniciar el ascenso.
Acometimos el último tramo del tren Cremallera (sin el sistema de engranaje), hasta alcanzar Ribes de Freser, (Ribes-Vila), dando así por concluida esta maravillosa exucursión de un día.