Antequera se encuentra en una depresión, separada de la costa malagueña por los montes del Torcal. Precisamente, viniendo del Torcal en coche, realizamos una breve parada en la calle Jesús para contemplar la Peña de los Enamorados y la loma que acoge el centro histórico.
La calle Jesús nos brindó una hermosa perspectiva de la parte alta del casco antiguo, presidido por la Alcazaba o castillo, la colegiata de Santa María y la iglesia del Carmen.
Lo árabes la llamaron Medina Antaquira y la convirtieron en una plaza fortificada en el corazón del Califato de Córdoba. De esa época perviven en el castillo de la ciudad muros, torre y otros restos, como la Puerta de Málaga.
La Puerta de Málaga tiene un gran arco de herradura de ladrillo, con alfiz rehundido, creando el típico nicho de compartimentación espacial de la arquitectura nazarí. La organización interior fue muy trastocada cuando se convirtió en ermita. En la actualidad se ha devuelto a su estado original, aunque se haya mantenido el pequeño retablo y el lienzo de la Virgen de Espera.
Si entráis en Antequera por el este, procedentes de los dólmenes, pasaréis por la Puerta de Granada, un arco construido en 1748 por el maestro alarife Martín de Bogas, quien levantó el monumento en el tiempo récord de dos meses.
Cerca de la Puerta de Granada hay un gran aparcamiento de vehículos gratuito. En sus inmediaciones podréis disfrutar de una maravillosa vista panorámica del cerro que acoge el centro histórico. En primer término destaca la Colegiata de Santa María la Mayor,
Y a su izquierda destaca la iglesia del Carmen, construida en estilo mudéjar entre finales del siglo XVI y principios del XVII. Inicialmente fue un convento de los Carmelitas Descalzos. Exteriormente la iglesia es muy sencilla, pero en el interior está ricamente decorada; sobre todo destaca el retablo del altar mayor.
Tras la obligada visita a los dólmenes (no cerraban a mediodía), pasamos por la calle Carrera Madre Carmen, y en el número 18, almorzamos en el restaurante Carrera (buen menú casero por 9€).
A pocos pasos del restaurante admiramos la iglesia de Santiago. Situada en una plaza con mucho encanto, este pequeño templo se erigió como ermita en 1519, y desde 1822 hace las funciones de parroquia. El templo que ha llegado a nosotros es de mediados del siglo XVIII.
En lo sucesivo, abordamos el centro histórico por la plaza de las Descalzas, jalonada por un palacio, una iglesia y el convento de San José, reconstruido tras ser destruido por un terremoto en 1680.
Iniciamos el ascenso al cerro donde se asienta el Casco Viejo por la calle Barbacana. En ella se encuentra el Antiguo Pósito (año 1733), edificio que acoge el Archivo Histórico Municipal.
A través de la calle Río fuimos a parar a la plaza del Carmen. Aquí pudimos admirar una parte de la antigua muralla de Antequera, que conserva su grandeza y robustez.
En la esquina de la plaza se halla el Homenaje a los Antiquires, un monumento dedicado a los vecinos musulmanes expulsados de Antequera, que fundaron en Granada el barrio de la Antequeruela.
A través del Postigo de la Estrella, un estrecho pasaje, nos aupamos a la parte intermedia de la vieja Antequera. Desde la calle Niña de Antequera tuvimos una nueva perspectiva de la Colegiata de Santa María.
Más adelante se encuentra el mirador Niña de Antequera, que os brindará una buena panorámica de la iglesia del Carmen y de la Peña de los Enamorados, que se levanta como una atalaya natural en la campiña.
El ascenso en zigzag por las calles del Casco Viejo culminó en la plaza de Santa María, uno de los enclaves más importantes de Antequera, pues desde ella se accede a la Alcazaba y a la Colegiata de Santa María.
La plaza de Santa María es un privilegiado mirador de las Termas romanas. A vista de pájaro, seréis testigos de la magnitud de la estructura, incluso veréis algunos de sus mosaicos.
En un extremo de la plaza de Santa María se encuentra el Arco de los Gigantes, erigido en honor de Felipe II, en 1585, con piedras con inscripciones latinas de la época.
Junto al Arco, dentro del muro defensivo exterior de la Alcazaba y rodeado de casitas blancas, nos asomamos al mirador Michael Hoskin. Esta sublime atalaya nos regaló una sorprendente imagen de la parte nueva de la ciudad y de la Peña de los Enamorados.
Regresamos a la parte nueva de la villa, hasta alcanzar la plaza de San Sebastián. Aquí se encuentra la colegiata de San Sebastián, cuya torre mudéjar es visible desde muchos lugares de la urbe.
Pusimos fin a la visita antequerana en la plaza del Coso Viejo, en cuyo centro destaca la fuente de los Cuatro Elementos. La plaza está jalonada por varios edifcios centenarios: el Palacio de Nájera, el Museo de la Ciudad de Antequera y el convento de Santa Catalina de Siena.