Esta ruta la realizamos por la tarde. La iniciamos en la plaza de la Marina, céntrico enclave donde comienza el parque de Málaga o paseo de la Alameda, quizá la zona verde más grande y vistosa de la ciudad.
El diseño del parque de Málaga corresponde a un jardín mediterráneo con numerosas especies tropicales y subtropicales, que lo convierten en uno de los más importantes parques públicos de Europa en lo que a flora exótica se refiere.
En este paseo con jardines a ambos lados, de carácter renacentista y barroco, existen especies botánicas de los cinco continentes. Se realizó a finales del siglo XIX en terrenos ganados al mar, para la ampliación del puerto en una costosa operación.
En el parque de Málaga, además de encontrar la arboleda y flora, existen rincones de estilo romántico y detalles de tipo regionalista, como bancos de obra revestidos con azulejería sevillana; o distintos bustos y obeliscos en memoria de ilustres malagueños y personajes culturales importantes como Rubén Darío, Salvador Rueda o el pintor Antonio Muñoz Degrain.
Los paseos se complementan con fuentes, como la Fuente de la Muñeca o la Fuente de la Ninfa, pero la más relevante es la fuente de las Tres Gracias, ubicada en la Plaza del General Torrijos.
A la altura de la plaza Torrijos, antes de llegar a la plaza de toros, se abre hacia el sur el paseo del Muelle Uno, que gracias a los comercios de marcas exclusivas y a la reciente apertura del Centro Pompidou, se ha convertido en una de las zonas más vanguardistas de Málaga.
Al otro lado del Centro Pompidou, agazapada entre las tiendas de nueva factura, vimos la pequeña capilla del Puerto, construida en 1728 con sillares de arenisca. El edificio fue trasladado piedra a piedra desde su anterior ubicación dentro del mismo puerto, y con criterio paisajístico se le hizo una alberga rectangular ante su fachada.
Al final del Muelle Uno nos acercamos al agua para contemplar un par de barcos interesantes: una fragata militar y el galeón Andalucía, de 51 metros de eslora, una réplica a tamaño real construida en 2010 que emula a los galeones de las flotas de Nueva España y de Tierra Firme.
El paseo del Muelle Uno concluye en el emblemático faro conocido como La Farola. Construido en 1817, y con unos 38 metros de altura, el faro constituye un símbolo de la ciudad y da nombre al paseo marítimo donde se encuentra.
Durante un siglo entero existió en el mismo espacio urbano una linterna de madera que cumplía con las funciones de un faro y que diseñó en 1717 el ingeniero francés Bartolomé Thurus. A finales del siglo XX, debido a las obras de ampliación del perímetro funcional del puerto, La Farola ha quedado situada en medio del recinto portuario.
Al otro lado del faro se abre la playa de la Malagueta, de arena fina, que tenía todos sus chiringuitos cerrados. Una tarde cualquiera de enero, la playa tan sólo estaba frecuentada por solitarios paseantes.
Desde 2011, Málaga cuenta con una nueva zona de esparcimiento y ocio dentro del recinto portuario, al que se ha denominado Palmeral de las Sorpresas. Está situada en el Muelle 2 y se trata de un espacio con zonas verdes donde destacan las casi 400 palmeras que dan nombre a este lugar.
Realizamos el regreso al centro de Málaga por el popular y animado Palmeral de las Sorpresas, que a cualquier hora de la tarde, en un día soleado como el que disfrutamos, suele congregar a un buen puñado de paseantes.
El Palmeral de las Sorpresas está recorrido en su mayor parte por una gran pérgola blanca. Este futurista paseo nos trasladó a la versión más ajetreada y bulliciosa de Málaga, la que se respira en su centro histórico.
Si voláis de Barcelona a Málaga (y viceversa) en invierno, podréis disfrutar de una magnífica panorámica de Sierra Nevada, con sus cimas nevadas.
El aeropuerto está bien comunicado con Málaga. Hay trenes cada veinte minutos. Recordad que los niños menores de seis años no pagan billete.