La segunda parte de la visita a Ronda transcurrió por el apretado Casco Viejo, delimitado por los barrancos, el río Guadalevín y la muralla.
Cuando crucéis el Puente Nuevo veréis, a mano izquierda, el mirador de Aldehuela, un balcón excepcional desde el que poder contemplar el Tajo de Ronda y el Puente Nuevo.
Mirador de Aldehuela |
Mirador de Aldehuela |
El conjunto histórico de Ronda empieza en la calle Armiñán, principal eje vertebrador del barrio. En el cruce con la calle Tenorio descubrimos el Mirador de los Viajeros Románticos, una cerámica dedicada a todos los visitantes que se acercan a esta bella ciudad.
Nuestra ruta circular por el casco viejo comienza en la calle Tenorio, flanqueada por casitas de fachadas blancas, caracterizadas por el enrejado de balcones y ventanas.
La calle Tenorio se abre a la altura de la plaza María Auxiliadora, que constituye un estupendo mirador de la Cornisa del Tajo. De aquí parte el camino que desciende al mirador del Arco del Cristo, que por esas fechas estaba en obras.
Caminando hacia el sur por el casco antiguo alcanzamos la bucólica plaza de Mondragón, una de las más bonitas de Ronda. Entre las casas de fachadas blancas destaca el Palacio de Mondragón, una vivienda del siglo XIV con jardines, patios, balcones y elementos decorativos acuáticos.
El Palacio de Mondragón, también conocido como palacio del marqués de Villasierra, es un edificio mudéjar-renacentista. En la actualidad alberga el Museo Municipal de Ronda.
Uno de los rincones que más me han gustado del centro histórico es la encantadora plaza Pedro Clotet, en cuyo centro se alza una sencilla cruz de hierro.
Hasta el momento sólo habíamos visto encantadoras placitas de Ronda. Y ahora le tocaba el turno a la plaza Mayor, dedicada a la duquesa de Parcent. En la época árabe esta plaza acogía los edificios más representativos de la Medina: Mezquita Mayor, el Zoco, la Cárcel y el Alcázar.
En la actualidad la plaza alberga un conjunto de monumentos que impresionarán al visitante: Ayuntamiento, iglesia de Santa María la Mayor, convento de Santa Isabel... La plaza fue ampliada a finales del siglo XIX tal y como nos la encontramos hoy en día.
En la parte más baja del centro histórico se encuentra la Puerta de Almocábar, edificada a finales del siglo XIII durante la ocupación musulmana. Se trata de la puerta de acceso más importante a la Alcazaba y a la ciudad de Ronda.
Junto a la Puerta de Almocábar se alza la iglesia del Espíritu Santo, erigida por los Reyes Católicos sobre la mezquita que había en el Arrabal Alto. Se consagró bajo la advocación del Sancti Spiritus en conmemoración del día en que fue tomada la ciudad.
Las murallas de Ronda datan de la época musulmana y se encuentran muy bien conservadas. Los muros de la ciudad, en combinación con el desfiladero y el río Guadalevín, hacían Ronda inmune a los ataques.
La situación estratégica de Ronda llamó la atención de la civilización musulmana. Los árabes construyeron la medina y la protegieron, levantando unas imponentes murallas. A la antigua ciudad se accedía por distintas puertas, que hoy han sido renombradas como Cíjara, la Puerta del Viento o Almocábar.
Ahora caminaremos por la céntrica calle Armiñán, que vertebra el centro histórico de norte a sur, hasta alcanzar la plaza del Gigante. Aquí se encuentra la Casa del Gigante, una vivienda particular del finales del siglo XIII, de arquitectura nazarí, que repite el esquema de casa islámica ordenada entorno a un patio central con alberca. Está declarada Bien de Interés Cultural.
Teníamos una asignatura pendiente con el río Guadalevín, el principal artífice del desfiladero de Ronda. De camino al Puente Viejo pasamos por la entrada de la Casa del Rey Moro, que no visitamos por ir con una niña pequeña (la bajada a la mina de agua es muy pronunciada). Y nos detuvimos frente a la sobria fachada del Palacio del Marqués de Salvatierra.
El edificio fue reconstruido a finales del siglo XVIII. Posee una espléndida fachada barroca en sillería de piedra con puerta adintelada, columnas corintias y un gran balcón de forja rondeña. La fachada se remata con un frontón quebrado que alberga figuras desnudas de clara influencia indiana.
Del Palacio de Salvatierra parte la calle conocida como cuesta de Santo Domingo. Si bajáis por ella alcanzaréis el cauce del río Guadalevín a la altura del Puente Viejo. Desde la parte alta de la calle veréis el Puente de San Miguel o de las Curtidurías, de origen árabe, de principios del siglo XIV, y los baños árabes.
Puente Viejo |
Puente de San Miguel y baños árabes |
En la bajada al Puente Viejo pasaréis bajo el arco de la Puerta de Felipe V. Aquí, la vieja Puerta Árabe del Puente Viejo fue sustituida y agrandada durante el reinado del primer Borbón del trono español, Felipe V, en el año 1742, según consta en la inscripción en piedra situada próxima a la puerta.
Este emblemático monumento consta de un arco doble con sillería con ático trapezoidal terminado en un frontoncillo curvo, con escudo en una cara, rematado con pináculos y adornado con la concha de los Anjou y el escudo real de los Borbones en su cara exterior.
Cruzamos el río Guadalevín por el Puente Viejo, de 10 metros de largo por 30 metros de alto, construido con un solo arco en 1616. Desde el vano del puente contemplamos nuevas vistas del puente de San Miguel, situado en un nivel más bajo.
A partir del Puente Viejo iniciamos el ascenso por las escaleras de los Jardines de Cuenca, construidos sobre el Tajo de Ronda en terrazas a diferentes niveles.
Su denominación se debe a que la ciudad rondeña está hermanada con la de Cuenca desde el año 1970, ya que la disposición de las casas al borde de sus respectivos "Tajos" es bastante parecida.
El ascenso por las terrazas de los Jardines de Cuenca nos dispensó esa idílica imagen del Puente Nuevo de Ronda, la que tanto buscan los turistas que visitan la ciudad.