Una vez completamos el Circuito de las Cascadas, en el Parque Natural, acometimos la segunda parte de la visita a este conjunto monumental, relacionada con el monasterio de Santa María de Piedra. Unas escaleras situadas junto a las taquillas nos condujeron a la entrada del edificio.
Actualmente, una parte del monasterio se ha reconvertido en un hotel de lujo. Ambas entradas, monasterio y hotel, se encuentran en el Claustro Nuevo, construido en el siglo XVII.
Al flanquear la entrada pasaremos por una larga Galería-Museo, que reúne piezas, figuras, manuscritos, mapas... relacionados con el monasterio. Y al final de la misma accederemos al Claustro Antiguo, que nos encandiló por su armonía y su uniformidad.
El Claustro Antiguo es de planta cuadrada con jardín central y cuatro pandas en las que se distribuyen las salas. Su estilo y distribución es cisterciense, robusto y austero, característico del siglo XIII.
Todo el claustro presenta una estructura a base de arcos apuntados con capiteles y ménsulas decorados con motivos vegetales. Ha sido restaurado recientemente, por eso merece la pena prestar atención a los detalles arquitectónicos.
Rodeamos el Claustro Antiguo por su porticada galería, hasta dar con la Sala Capitular, habitación donde se reunían el abad y los monjes. Se construyó en el siglo XIII, es de planta cuadrada y se concebió a la manera de un monumental arco de triunfo.
Anexa el Claustro Antiguo se alzan las ruinas de lo que un día fue la iglesia de Santa María, edificio de estilo gótico construido entre 1262 y 1350. Resultó complicado identificar y situar dónde estaba la capilla, la cripta, los ábsides...
La iglesia se ajusta al modelo de templo de ritos mayores y al tipo hispano-languedociano: tres naves, cinco ábsides y pilares cruciformes en la cabecera. Está cubierta con bóvedas de crucería.
De todo el monasterio, lo que más nos impactó fue caminar a cielo abierto por la nave central de la iglesia. Contemplar los restos de los muros y pilares fue sobrecogedor. Seguramente, con el paso del tiempo, todo colapsará.
Paralelo a una galería del Claustro se localiza el Callejón de los Conversos, un estrecho pasadizo de origen románico que quizá perteneció al antiguo castillo. Conocido también como "Callejón Negro", era utilizado por los trabajadores conversos para que no tuvieran contacto con los monjes.
En una estancia paralela al Callejón de los Conversos se encuentra la cilla o despensa del monasterio, el lugar donde se guardaban los alimentos necesarios para la vida de la comunidad.
Una pasarela situada a dos metros del suelo permite recorrer la cilla cómodamente. En el lagar veremos unas recreaciones de cómo se elaboraba y se guardaba el vino en barriles.
No esperaba encontrar una Sala de Carruajes en el interior del monasterio. En ella se pueden ver cuatro carruajes del siglo XIX pertenecientes a la familia Muntadas.
Abiertos en una galería del Claustro se pueden ver algunas estancias interesantes, como el Refectorio, antiguo comedor de los monjes. Fue construido en el siglo XIII junto a la cocina, espacio donde se elaboró el chocolate por primera vez en Europa, allá por 1534.
En una sala contigua al Refectorio podréis ver el Calefactorio, la única habitación del monasterio dotada con un sistema de calefacción por glorias de aire caliente bajo el suelo. Fue construido en el siglo XIII y tiene planta cuadrada.