Ajuy se encuentra en la costa occidental de la isla, a nueve kilómetros de Pájara. El coche lo podéis dejar en el gran aparcamiento de tierra situado al final del barranco de Ajuy, junto a la playa de arena negra.
En el extremo norte de la playa arranca el sendero que llega a las dos curiosas cuevas naturales abiertas en el acantilado. Los primeros metros se realizan por una empinada rampa empedrada.
En la parte superior de la rampa se encuentra el Mirador de la playa de Ajuy, que ofrece una sublime vista panorámica de la aldea y de las arenas negras que caracterizan su playa.
Superada la rampa y el mirador de la playa de Ajuy, seguiremos por el acantilado que conduce a las cuevas. El terreno destaca por su interés geológico y paleontológico.
Observaremos los materiales más antiguos del archipiélago canario, como la existencia de fósiles marinos, dunas consolidadas y sedimentos oceánicos observables en superficie: restos fósiles de conchas, caparazones y algas indicadores de la existencia de un clima más cálido.
La actividad industrial para la producción de cal en Fuerteventura tuvo su gran apogeo desde el siglo XIX hasta finales de los años sesenta del siglo XX, cuando se sustituye paulatinamente por la importación del cemento.
La peculiaridad de estos hornos es que han sido excavados en la roca. En el horno se prende fuego para transformar la piedra de cal en cal viva, exportándose esta por el embarcadero situado en un plano inferior.
En la parte alta de los hornos, junto al sendero, se puede apreciar la cantera empleada para la extracción de la piedra, compuesta en un alto porcentaje por carbonato cálcico (restos de esqueletos y caparazones marinos), que al quemarse se obtiene una cal de gran calidad.
El recorrido hasta las cuevas bordea los acantilados que forman este sector de la costa y permite unas vistas impresionantes. Tened en cuenta que en el sendero no encontraréis ni una sombra, por lo que se recomienda portar agua, gorra y gafas de sol.
La senda principal se divide en dos al final del Cantil. A la derecha, en un minuto, alcanzaremos el Mirador de la Tolva, que ofrece una panorámica de las cuevas que rodean la Caleta. Merece la pena auparse hasta esta genial atalaya.
Tras asomarnos al Mirador de la Tolva, iniciamos el descenso por el acantilado a través de unas escaleras abiertas en la roca. Estamos en el camino que conduce al Puerto de la Peña.
Un túnel horadado en la montaña, utilizado para el transporte de la cal y de la roca sienita, une la parte superior de la playa de Ajuy con el Puerto de la Peña. Desde aquí los materiales se exportaban hacia otras islas del archipiélago.
No es necesario descender hasta el Puerto de la Peña. La senda describe un giro y se acerca a la parte superior de la primera de las dos cuevas que se pueden visitar. Unas empinadas escaleras de piedra nos condujeron al interior de la misma.
Descenso a la cueva de Ajuy |
Descenso a la cueva de Ajuy |
Las cuevas son amplias y accesibles, lo que permite explorarlas fácilmente. Son especialmente impactantes por su tamaño y las texturas de sus paredes volcánicas.
Completamos el regresao a Ajuy en unos 20 minutos. El caserío de Ajuy conserva perfectamente su primitiva estampa de pueblo pesquero, ajeno al turismo de masas que tanto ha alterado otros puntos del litoral de Fuerteventura.
La magnífica playa de Ajuy es tranquila y poco concurrida; se trata de una de las pocas playas de arena negra de Fuerteventura, formada por la actividad volcánica de la zona.
Aunque no es una playa ideal para nadar debido a las fuertes corrientes, su belleza natural la convierte en un lugar ideal para relajarse y disfrutar del paisaje. Y a ese atractivo hay que sumar la posibilidad de comer pescado fresco en alguno de sus restaurantes.
Existen unos 400 hornos de cal distribuidos por toda la isla. Al final de la playa de Ajuy podéis ver uno de ellos. En este caso se trata de un horno de cal doméstico, que utilizaba como combustible aulagas, tarajales y matos.