La entrada a nuestro hotel, en Corralejo, era a partir de las 17 horas. Este hecho marcó nuestro primer día en Fuerteventura, que lo dedicamos a recorrer Puerto del Rosario, la capital. E iniciamos la visita a media mañana, abordando la plaza de los Pozos y la peatonal calle Primero de Mayo.
En el centro de la villa abundan las esculturas y algunas de las más aclamadas tienen que ver con las cabras, pues pregonan el antiguo nombre que llevó la ciudad y el municipio hasta 1956 (Puerto de Cabras).
Las cabras constituyen el emblema y el nexo del majorero con su pasado más remoto. Son un guiño indiscutible al pasado aborigen, pues por esta villa abrevaba este ganado. Junto a la entrada del Ayuntamiento podréis ver el Monumento a la Cabra.
El centro histórico del municipio se encuentra en la intersección de las calles Primero de Mayo y Virgen del Rosario. La iglesia parroquial comparte escenario con los edificios del Cabildo insular y de la Delegación del Gobierno, que destacan por sus vistosas fachadas de estilo canario.
Llama la atención en el centro histórico la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, iniciada en 1824 en el mismo lugar que ocupó el primer edificio religioso (del año 1812).
El exterior de la iglesia destaca por el color blanco de su fachada y el interior por su iluminación y sencillez. Hasta 1930 se llevaron a cabo continuas remodelaciones, que le dieron su actual aspecto. La techumbre se construyó con madera traída de la isla de La Palma.
Sentado junto a las palomas, en la plaza a la que tantas veces llevó sus cuadros, se encuentra el Monumento a Suso Machín, que representa al pintor popular que retrató de forma reiterada el Puerto de Cabras de la década de 1930.
En la calle Virgen del Rosario, enfrentada a la iglesia parroquial, se halla la Casa Museo Miguel de Unamuno. El edificio pertenece al antiguo hotel Fuerteventura, morada de Unamuno en su destierro de 1924 en la isla.
La Casa Museo es la vivienda que acogió al insigne escritor español Miguel de Unamuno cuando en 1924 llegó a tierras majoreras desterrado por la dictadura de Primo de Rivera.
El escritor convirtió la condena en una aventura enriquecedora y fascinante, recorrió la isla de punta a punta interesándose por su historia, sus gentes y admirando su belleza. Escribió sonetos sobre ello, mostrando Fuerteventura al mundo.
La vivienda es el mayor testigo de la estancia de Unamuno en la isla. Adentrarse en ella es hacerlo en una vivienda burguesa del siglo XX: olor a madera noble, grandes cortinajes y algunos artilugios —como una máquina de escribir y un fonógrafo— sólo al alcance de unas pocas familias privilegiadas de la época.
Cerca del Ayuntamiento, en la calle Eustaquio Gopar, se localiza el gastro bar A mi manera, un fabuloso restaurante especializado en pescado fresco, marisco y otras exquisiteces de la casa, como las croquetas y las empanadas.
No podíamos pasar por la capital de Fuerteventura sin acercarnos al puerto y la playa. La avenida de los Reyes de España, plagada de estatuas y esculturas, nos condujo a estos privilegiados lugares.
En la avenida de los Reyes de España podréis ver buenos ejemplos del Parque de Esculturas, el proyecto artístico que convierte a la ciudad en un museo al aire libre, con más de 150 esculturas distribuidas por sus calles, plazas y parques. En este caso, relacionadas con el mar: caracolas, conchas, crustáceos...
Si os acercáis a la playa Chica o del Pozo, aparte de tomar un refrescante baño, podréis contemplar los Hornos de la familia Morales, una fábrica industrial de cal que perteneció a la familia Morales Saavedra.
La fábrica fue erigida a principios en 1930 junto a la Caleta de Los Pozos, dejando de funcionar en los años sesenta del siglo XX. Es la única que queda de las tres que hubo junto al embarcadero de La Caleta.
La cal procedente de los hornos se exportaba sobre todo a Tenerife y en menor medida a Gran Canaria y La Palma, pues era material imprescindible para las infraestrucutas hidráulicas.