Centro histórico de Pals |
Esta ruta por el Baix Empordà comienza en el Parador Nacional de Aiguablava, en plena Costa Brava. Una vez tomamos el suculento desayuno en el hotel, iniciamos el circuito turístico avanzando hacia el norte por la sinuosa carretera de la costa, entre altos acantilados y pequeñas calas paradisíacas.
La primera parada en la ruta corresponde a Begur, pueblo del que dependen hermosas calas, como Aiguablava, Sa Riera o Sa Tuna, y que cuenta con un rico patrimonio arquitectónico.
Estacionamos el coche en la parte alta de Begur, alejados de las calles peatonales del centro. Y desde la parte alta tuvimos una buena vista panorámica del castillo, ubicado en lo alto de una loma que acoge restos de ruinas íberas. La fortaleza se construyó en el siglo XI como posición estratégica.
Castillo de Begur |
Castillo de Begur |
Recorrer a pie el compacto casco viejo fue un deleite para la vista. Callejeamos sin prisa por calles peatonales, admirando la iglesia de Sant Pere, la torre de Sant Ramón (12 metros de altura y 5 de diámetro), construida en el siglo XVI para defender las acometidas de piratas moriscos, y las espléndidas casas de indianos, como la Casa Pere Roger.
Torre de Sant Ramon |
Casa de indianos. Calle Vera |
Dos exquisitas playas tiene Begur: Sa Tuna y Sa Riera, y la más accesible, grande y popular es Sa Riera, una cala de arena fina y aguas transparentes, ideal para pasar el día, pues cuenta con una amplia oferta de servicios turísticos y de actividades deportivas.
Playa de Sa Riera |
Playa de Sa Riera |
A mediodía dejamos atrás la costa y nos adentramos por el interior de la comarca para visitar los pueblos medievales, y el primer núcleo donde nos dejamos ver fue Pals, el más famoso y visitado de todos.
El centro histórico de Pals es un encanto, con calles y casas empedradas, jardineras repletas de flores frente a las fachadas, ausencia de coches, sin ruidos, sin aglomeraciones. En fin, que fue un placer recorrerlo a pie.
Los principales lugares turísticos de Pals son: la plaza Mayor, que acoge el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo; Ca la Pruna, una casa fortificada del siglo XV reconvertida en Casa de Cultura; el Arco Gótico que da a la calle Mayor (aquí podréis admirar unas sepulturas medievales de los siglos VII-VIII excavadas en la piedra; la torre de les Hores (15 metros de altura), románica del siglo XII, único vestigio del desaperecido castillo de Pals; la iglesia de Sant Pere, la torre de Ramonet, las murallas...
Al oeste de Pals, a quince minutos en coche, llegamos a Palau-Sator, villa que como nos indica su nombre euskérico, está asentada en una planicie.
En la llanura que rodea Palau-Sator, por encima del conjunto de casitas, sobresale la figura de la torre, de veinte metros de altura. Los sabios del lugar dicen que esta torre es la que da nombre al pueblo, pues sería el último vestigio que queda del antiguo castillo del siglo X. Y claro, confunden un castillo con un palacio. Pero no es lo mismo. Su topónimo no tiene nada que ver con un palacio de marajá, viene de más antiguo.
Torre de Palau-Sator |
Torre de Palau-Sator |
Más al oeste, a otros quince minutos en coche, llegamos a Peratallada, paradigma de pueblo medieval del Empordà, sin menospreciar a Pals, claro. El pueblo apenas se ha extendido más allá del complicado recinto de su triple muralla. Su aspecto, presidido por la maciza torre del castillo en su centro, es todavía plenamente feudal.
Aparte del castillo y de su triple muralla, Peratallada destaca por sus calles empedradas que se han desarrollado en torno a la iglesia de Sant Esteve, un edificio románico de dos naves de los siglos XII-XIII. Caminar por este apretado núcleo fue como retroceder a la Edad Media. Os aconsejo que dejéis el coche en el aparcamiento situado junto a la iglesia de Sant Esteve, desde allí os será fácil acceder al núcleo histórico.
Por último, a otros quince minutos de carretera de Peratallada, avanzando en dirección oeste, alcanzamos La Bisbal d'Empordà, la capital de la comarca, cuya economía gira en torno a la cerámica.
La calle de la Aigüeta y su comercio de la cerámica ha eclipsado la extraordinaria belleza que atesora el casco viejo de La Bisbal, con callejuelas estrechas y tortuosas que conservan un aire medieval. En el núcleo histórico, al que se accede cruzando el río Daró, se encuentra la iglesia de Santa María y el Castillo Palacio, un edificio románico del siglo XI, de planta cuadrada.
Castillo de La Bibal |
Castillo de La Bibal |