Museo de Maratón |
Llegar a Maratón fue eso, un poco maratoniano: una carretera que acababa en el mar, continuos vistazos al mapa de carreteras, es por aquí; no, es por allá. En fin, lo de siempre cuando se conduce por Grecia.
Una amplia autovía de doble carril, convertida en avenida a su paso por las pedanías, nos condujo hasta el sitio arqueológico conocido como Túmulo de los Atenienses. En este lugar, en el año 490 a.C., griegos y persas libraron una cruenta batalla, con victoria para los primeros.
En recuerdo a esta épica victoria griega sobre los persas, que vino precedida de la carrera de 42 kilómetros realizada por Filipedes hasta Atenas (origen de la popular carrera de Maratón), los griegos han erigido este tumulto y algunas estatuas, como la dedicada a Miltiades, un general del ejército griego que derrotó a los persas.
Maratón es un núcleo muy extenso, abarca desde las playas del mar Egeo hasta las montañas que rodean el municipio. Los principales puntos de interés se encuentran dispersos por esta enorme llanura y es necesario moverse en vehículo. A la entrada de la villa, junto al estadio de atletismo, podéis ver la estatua de Nike, dedicada a la diosa de la victoria.
Cinco kilómetros, los primeros dos y medio por autovía, separan Maratón de Vranas, una pedanía situada en mitad de la llanura que acoge el Museo Arqueológico de Maratón. Los últimos kilómetros, hasta el aparcamiento del museo, se realizan por una estrecha y sinuosa carretera.
Me gustó el sitio arqueológico, alejado varios kilómetros de núcleos poblacionales, a los pies de las montañas, en un bello entorno de olivos y verdes prados donde pastaban ovejas.
La entrada al Museo de Maratón costaba 3€ (reducida en invierno). Recorriendo sus salas comprobamos que la exposición no está exclusivamente orientada a la batalla de Maratón, sino a todos los yacimientos de la zona.
Las esculturas más importantes que podéis admirar en el museo son las procedentes del templo de los dioses egipcios y la cerámica recuperada del Túmulo de los Atenienses.
En el exterior del museo pudimos recorrer el cementerio, compuesto por un par de montículos cubiertos (túmulos) de la era heládica media, datados entre los años 2000-1000 a.C.
Maratón y Atenas están unidas por una caótica autovía plagada de semáforos que, como pude comprobar esa tarde de regreso a la capital helena, es propensa a los atascos. Cada kilómetro de los 42 que tiene esta vía están señalizados con un cartel en honor a la carrera que realizó Fidipedes en el siglo V a.C. para anunciar la victoria de los griegos sobre los persas. La leyenda dice que cuando este soldado llegó a Atenas y proclamó: "hemos vencido", murió al instante desfallecido. En recuerdo de este hecho, en el maratón moderno se cubre la distancia que recorrió Fidipedes.
Una vez llegamos al extrarradio de Atenas nos metimos en un colosal atasco. Creo que Fidipedes habría llegado antes corriendo.