A mediados de octubre, las nieves que suelen cubrir las cimas que rodean Benasque, no habían hecho acto de presencia. La temperatura era agradable y el bosque estaba cincelado de tonos rojizos y amarillos. Ese año el alojamiento volvió a ser Ballbenás, los apartamentos ubicados en la carretera de Francia.

Iglesia de Benasque

Carretera de Francia

Otoño es la estación ideal para adentrarse en el fascinante valle de Estós. En 2004 tuve la ocasión de recorrer una parte de este ecomuseo al aire libre, cuando me aupé hasta el ibón Escarpinosa entre distintos pisos de vegetación de la montaña pirenaica. Esta vez nos propusimos recorrer el fondo del valle por el GR-11, hasta el refugio de Estós, situado a 2.000 metros de altitud.

Valle de Estós

La entrada al valle de Estós está a pocos metros del puente de San Chaime/Jaime (1.254 m). El coche lo estacionamos un poco más arriba, en los Barracones de Estós (1.281 m). A partir de ahí seguimos a pie por la amplia pista forestal que lleva hasta los llanos del Tormo, que coincide con las señales blanquirrojas de la GR-11. Pasaremos junto al embalse de Estós y más adelante, en el puente o palanca de Aiguacari, cruzaremos al margen derecho del río.

A partir de Aiguacari el valle se abre y constituye un precioso museo al aire libre, donde se puede observar los distintos pisos de vegetación de la montaña: bosques mixtos caducifolios, abetales, hayedos, bosque de pino negro y la tasca alpina. Dejamos a un lado el torrente de la Aigüeta de Batisielles, el barranco del Perdiguero y el barranco de Montidiego, y avanzamos por la GR-11 para adentrarnos en las Gorges Galantes, un remanso profundo en el río originado por la fuerte erosión del agua sobre la roca, o lo que es lo mismo, el agua se arremolina excavando una olla grande y profunda en el lecho del río.

La pista forestal sólo es apta para vehículos autorizados, llámese ganaderos de Benasque, y finaliza en los llanos del Tormo, una pradera que acoge un refugio y un campo de minas sembrado por hermosas vacas cuya misión también consiste en entorpecer el paso de los senderistas.

Cruzamos al margen izquierdo del río Estós por un nuevo puente, siguiendo la senda GR-11, que ahora se vuelve más estrecha y empinada. A mano derecha aparece el barranco que conduce a los ibones de Gias y al pico Gourgs Blancs (3.131 m), pero nosotros avanzamos por el fondo del valle atravesando verdes praderas y un tupido bosque, hasta alcanzar nuestro objetivo, el refugio de Estós. Ubicado a 1.835 metros de altura, el refugio dispensa un buen lecho a aquellos montañeros que quieren hacer noche en él, y también ofrece viandas y bebida para reponer fuerzas a los que sólo quieren realizar un descanso en el camino.

En 2007 recorrí el valle de Ballibierna a pie, desde la Senarta (junto al río Ésera) hasta el refugio de Coronas. Esta vez, empero, nos propusimos coronar los ibones de Ballibierna, a casi 2.500 metros de altitud. La senda GR-11, dura y pedregosa, no nos puso las cosas fáciles. Llegar al ibón y contemplar los picos que nos rodeaban, de más de tres mil metros de altitud, fue todo un regalo para la vista.

Ibón de Ballibierna

Los primeros nueve kilómetros de esta ruta por el valle de Ballibierna las hicimos en todoterreno, desde la pradera de Senarta hasta el refugio no vigilado de Coronas o Pescadors. El refugio, ubicado a 1.960 metros de altitud, es el punto de origen de varias excursiones por la zona: ascensión al Aneto, a los ibones de Coronas, a los lagos de Llosás, y la que elegimos nosotros, a los ibones de Ballibierna.

La senda coincide enteramente con el trazado de la GR-11 (ruta de los Pirineos), por lo que sólo debemos seguir las marcas rojas y blancas que aparecen por el camino. Los primeros metros del ascenso los realizamos por el fondo del valle, entre abetos y pinos jóvenes, siguiendo el curso del río Ballibierna.

Tras realizar un giro hacia el noreste veremos una senda que se dirige al collado de Culebres (que no tomaremos) y poco después, también a mano derecha, seguimos las señales blancas y rojas del GR-11 en dirección a los ibones de Ballibierna (dejaremos a mano izquierda la senda que conduce al ibón de Llosás).

A partir de ese momento la marcha se ralentiza, pues llegan los primeros repechos serios del recorrido. Tras superar algunas zonas de piedra suelta, alcanzamos por fin el primero de los dos ibones de Ballibierna, cuyas aguas cristalinas reposan a 2.440 metros de altitud.

Cuando iniciéis el descenso, prestad atención a vuestra derecha, pues tendréis en primer plano la mole rocosa del pico Aneto. En octubre, la cara sur de la segunda cima más alta de la península Ibérica, apenas tenía nieve.

Tras la dura caminata, montamos en el vehículo todoterreno y deshicimos los nueve kilómetros que separan el refugio de Coronas de los Llanos de Senarta. Cuando faltaba un kilómetro para concluir la ruta apareció un obstáculo imprevisto en el camino que nos mantuvo algunos minutos detenidos.

Vacas en el camino