Iniciamos la segunda ruta por el centro histórico de Pontevedra en la triangular plaza Alonso de Fonseca. Aquí se localiza el Palacio de los Mendoza, actual oficina de turismo.
El Palacio de los Mendoza perteneció a dos pioneras empresarias, María y Concha Mendoza, que destacaron por la creación de vestidos de alta costura en el siglo XX.
Al final de la plaza Fonseca se alza la basílica de Santa María, del siglo XVI. La fachada principal es plateresca, con una curiosa figura de San Jerónimo con anteojos. El ábside es de estilo isabelino.
El casco viejo de Pontevedra destaca, más allá del indudable interés de sus monumentos, por su armónico conjunto pétreo. Y la mejor forma de empaparse de este ambiente es pateando sus calles.
A través de la rúa de Isabel II alcanzamos la plaza de las Cinco Rúas. Aquí se halla la Casa donde vivió el novelista Ramón del Valle Inclán. En la pequeña plaza, frente a la casa, podréis ver el crucero de Adán y Eva.
A través de estrechas callejuelas y plazas como la de Méndez Núñez, de camino al Mercado de Abastos, fuimos conociendo el rico patrimonio artístico de la ciudad.
El mercado de Abastos fue restaurado en 2003. Si vais a la hora de comer, podéis comprar el género fresco en alguna parada y pedir que os lo preparen en el bar de la segunda planta.
A poca distancia del mercado conviene cruzar el río Lérez, hasta la orilla opuesta por el puente del Burgo, de origen romano, pero sustituido en el siglo XII por otro con once arcos de medio punto, por el que transcurre el camino jacobeo portugués.
Buscando el carácter hidalgo de la ciudad, nos desplazamos hasta la plaza del Teucro, una de las muchas plazas de origen medieval que posee el casco viejo.
Nos detuvimos varios minutos en esta bucólica plaza, para contemplar varios pazos barrocos dieciochescos: Gago, Montenegro y el del Conde de San Román e Pita.
Abriéndonos camino por laberínticas y evocadoras calles, alcanzamos la plaza de Curros Enríquez. Aquí vimos las huellas de la hidalguía en numerosas residencias.
Casi todo el casco viejo es zona peatonal, con abundancia de casas nobles blasonadas, soportales y plazas que mantienen una fuerte vitalidad urbana.
Pontevedra ha apostado por ser una ciudad peatonal y sostenible, lo que la convierten en un lugar único para disfrutar de la cultura, la gastronomía y el patrimonio.
Las calles peatonales se abren continuamente en acogedoras plazas que en varios casos mantienen el nombre de su vocación mercantil tradicional, como la de la Verdura, donde aún continúa su venta, o la plaza de la Leña, muy típica y de carácter popular.
La plaza de la Leña, quizá la más bonita de la ciudad, presenta casas de buena cantería granítica, soportales, galerías y un cruceiro en el centro que conforman una de las postales más conocidas de la urbe.
La entrañable Pontevedra nos acogió durante cuatro noches. La proximidad del hotel al casco histórico nos permitió almorzar y cenar en lugares maravillosos, probando la rica gastronomía gallega.
Descubrimos buena carne de ternera en el Pepita Burguer, exquisito pulpo y vieira asada en el restaurante Casa Fidel O Pulpeiro, pulpo a feira en el restaurante Carabela...
La segunda jornada en las Rías Baixas transcurre al norte de la ría de Pontevedra. Veremos la ciudad de Pontevedra, Poio, Combarro y, en el interior, Meis y sus molinos.