Tras la excursión a los molinos del Folón, reanudamos nuestro circuito por el Bajo Miño cubriendo en coche los seis kilómetros que nos separaban de A Guarda, la población más meridional de la pronvincia de Pontevedra.
A tres kilómetros de A Guarda, iniciamos el ascenso al monte de Santa Trega (Tecla), que acoge el castro homónimo, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Galicia.
Este poblado, situado a 341 metros de altura, llegó a acoger a unas 5 000 personas durante su época de mayor esplendor, en pleno apogeo de la cultura castreña en el noroeste de la península Ibérica.
Con una visión privilegiada sobre los ríos y los valles que la circundan, el Castro de Santa Trega se defiende con una fortificación irregular, típica de la Edad del Hierro.
Las viviendas circulares y elípticas, construidas en piedra y techadas con materiales vegetales y con patio, se agrupan en barrios de ocho casas y calles pavimentadas, con sistema de canalización. Algunas tienen divisiones internas que se usaban como almacenes o talleres.
Aunque el Castro fue habitado antes de la llegada de los romanos, muestra signos de contacto con la cultura romana, evidentes en algunos elementos arquitectónicos y artefactos encontrados.
La carretera finaliza en lo más alto del monte de Santa Tecla o Trega, a 320 metros de altitud. El espacio para aparcar el coche es reducido, pero al menos las plazas son gratuitas. Aquí también podréis ver restos de viviendas pertenecientes al yacimiento arqueológico.
Por encima de nosotros destaca el pico de San Francisco, de 341 metros, y el monte Facho, de 328 metros. A sus pies, junto al aparcamiento, hay una sucesión de tiendas de recuerdos. Y colgado del mirador hay un restaurante panorámico.
El Monte de Santa Trega se erige como un excelente mirador natural con unas magníficas vistas hacia el estuario del Miño, Portugal, valle de O Rosal y océano Atlántico.
Da igual hacia dónde miréis. Estamos en una de las atalayas más impresionantes de la costa gallega. Las vistas son de postal, y si vais al atardecer, aún lo agradeceréis más.
En el pico de San Francisco se sitúa la ermita de Santa Trega, construida en honor a la santa que da nombre al monte. Se trata de un lugar de peregrinación que ofrece un espacio para la contemplación.
Aunque la existencia de una ermita está documentada ya en el siglo XII, fueron las reformas y ampliaciones de los siglos XVI y XVII las que le confieren su aspecto actual. Excavaciones realizadas en 1994 permitieron descubrir varios sepulcros visigodos que demuestran la religiosidad del lugar.
Delante de la ermita se levanta un interesante cruceiro del siglo XVI dedicado a san Francisco que recuerda la presencia de esta orden religiosa en el norte de Portugal. Y en el mirador podréis ver un cruceiro dedicado al doctor Ramón Sobrino Arias.
El Bajo Miño ocupa un área muy bien definida, abarca desde el estuario (desembocadura) hasta la provincia de Orense. La orilla norte pertenece a la provincia de Pontevedra y la sur a la vecina Portugal. Esta jornada en coche, la cuarta, transcurre a caballo entre España y Portugal.